El beso por Anne Sexton
Mi boca florece como un corte.
Me maltrataron todo el año, tediosas
noches, nada en ellas sino hombros ásperos
y delicadas cajas de Kleenex diciendo ¡llorá amor,
amorcito, llorá, idiota!
Hasta ayer mi cuerpo no servía.
Ahora se despedaza hacia sus esquinas cuadradas.
Se arranca el atuendo de la virgen María, nudo a nudo
y mirá – ahora está borrachísimo con estos cerrojos eléctricos.
¡Zing, una resurrección!
Una vez fue un bote, con demasiada madera
y sin trabajo, sin agua abajo suyo
y necesitando una mano de pintura. No era más
que un conjunto de tablas. Pero tú lo levantaste, lo encordaste.
Ha sido elegido por ti..
Mis nervios están encendidos. Los oigo como
instrumentos musicales. Donde había silencio
los tambores, las cuerdas están tocando, incurables. Tú hiciste esto.
Puro genio trabajando. Querido, el compositor ha entrado
en el fuego.
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